Método para el aprendizaje de la lecto-escritura

El aprendizaje de la lecto-escritura es probablemente el primer aprendizaje formal y sistemático más importante que adquieren los niños en la escuela. Este proceso o «manera de aprender» se convierte en un modelo o referente para otros procesos que irán desarrollando a lo largo de la escolaridad, por lo que nos parece vital seleccionar un método que relacione el saber con su valor para el enriquecimiento personal, que fomente la percepción del aprendizaje como una actividad reflexiva y creativa más que mecánica.

Si empleamos para el aprendizaje de la lecto-escritura un método puramente operativo, como el  ALFABÉTICO-SILÁBICO tradicional, el niño pierde la posibilidad de adquirir, junto con las destrezas de leer y escribir, otros aprendizajes mucho más significativos. El método que proponemos es el GLOBALIZADO-FONETICO, cuya conveniencia y sus principales estrategias explicamos a continuación:

a)     Globalizado, lo que quiere decir que no trabajamos con letras ni sílabas aisladas. Tal como lo venimos diciendo, el lenguaje es una herramienta de comunicación y su aprendizaje se hace más fácil cuando se valora su necesidad. Los niños quieren aprender a escribir porque quieren “comunicar” mensajes, quieren saber cómo se escribe su nombre, el de sus amigos, quieren “decir” cosas por escrito. Aprender letras sueltas no satisface esta necesidad, lo mismo pasa con las sílabas y las familias silábicas que se usan en el método tradicional. Si queremos que aprendan a leer y escribir, para que puedan comunicarse a través del lenguaje  escrito, tenemos que enseñar a partir de mensajes con sentido.

b)      La mínima unidad con sentido completo, es decir, que constituye un mensaje, es la oración. De allí que cuando introducimos a los niños en el aprendizaje de la lecto-escritura debemos partir de oraciones. Es obvio que no aprenderán todas las grafías de golpe, de una sola vez, las iremos enseñando y practicando una por una, pero ubicadas en un contexto significativo: oraciones y palabras.

Se muestra a los niños oraciones o textos completos breves (párrafo, poesía, adivinanza…) para fijar luego la atención en la grafía que se desea trabajar. Dicha grafía no se trabaja tampoco sola, siempre dentro de una palabra o una oración. Hasta que no tengan un repertorio más o menos variado de grafías trabajadas no importa que la caligrafía de las otras no sea perfecta, las irán consolidando con la práctica, lo importante es que vayan entendiendo que en ese conjunto de signos dice: “…….” y que esa palabra lleva la grafía que acaba de aprender. El maestro tiene siempre la posibilidad de buscar palabras que combinen las grafías que se han ido aprendiendo para facilitar y reforzar los aprendizajes.

c)     Es fonético porque en lugar de aprender el nombre de las letras del abecedario “ele”, “eme”, “pe”… los niños aprenden su sonido (fonema), o sea /l/, /m/, /p/, ya que en el habla usamos una sucesión de sonidos para articular las palabras, no el nombre de las letras. Esto induce a ir asimilando la idea de estructuración, integración, asociación, enlace, que es la idea de fondo del  proceso de comunicación: los sonidos o las letras no tienen ningún sentido propio, adquieren  sentido en la medida en que se enlazan unos con otros para formar palabras y oraciones que sí tienen sentido porque comunican ideas o mensajes. Los sonidos (fonemas) y las letras (grafías) organizados y articulados formando palabras y sólo tienen sentido en la medida que se asocian a una idea. El lenguaje es una herramienta que sólo tiene valor en la medida que sirve para estructurar mensajes que comuniquen algo. Con el método globalizado-fonético, aunque los niños no están en capacidad de razonar este aprendizaje, van asimilando de manera inconsciente y empírica.

d)     Ayuda a descubrir el sentido del lenguaje escrito, que no es sino la representación gráfica del lenguaje oral. A cada sonido, tono o inflexión que usamos al producir mensajes orales, le corresponde algún signo gráfico al escribir. Los niños van asimilando que el lenguaje escrito es otra forma de expresarnos, al punto que existen, además de las letras, otros signos que sirven para graficar lo que decimos. Si quiero expresar ese tono especial que doy a mi mensaje cuando pregunto, lo hago a través de los signos de interrogación; el tono de sorpresa o cualquier otro énfasis, a través de los signos de exclamación; la duda o suspenso, con los signos suspensivos; los silencios breves entre palabras con un espacio en blanco, el tono de declinación al final de una oración con el punto. El niño empieza a asimilar que escribir es, de alguna manera,“dibujar” con signos convencionales lo que se habla, se dará cuenta y empezará a valorar la necesidad de contar con más recursos para expresarse por escrito.

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