La transición entre la niñez y la edad adulta (de los 11 años hasta aproximadamente los 20 años), es la adolescencia que entraña importantes cambios físicos, cognoscitivos y psicosociales en los jóvenes. No solo es el incremento aumentado en la estatura y el peso, sino de cambios químicos que alteran la conducta y el aprendizaje del adolescente. Es la etapa cognoscitiva que Piaget llama: Operaciones formales que se caracteriza por la capacidad para pensar en forma abstracta.
El psicólogo David Elkind indica de una inmadurez de pensamiento que se manifiesta en: idealismo y actitud crítica (prevén de un mundo ideal); actitud polémica (desean probar y hacer alarde de sus capacidades de razonamiento formal, asumiendo una actitud polémica); indecisión (consideran mentalmente varias opciones), que por su falta de experiencia, carecen de estrategias eficaces para elegir, dificultando la toma de decisiones; hipocresía aparente es cuando no reconocen la diferencia entre expresar un ideal y hacer los sacrificios necesarios para vivir de acuerdo con él; auto-conciencia suponen que los demás piensan en lo mismo que ellos tienen en mente, ya que está preocupados por pensamientos y actos de la persona que lo imagina como ésta lo está; singularidad e invulnerabilidad creen que son seres especiales, su experiencia es única y no están sujetos a las reglas que rigen al resto del mundo, es una forma especial de egocentrismo que subyace a comportamientos más arriesgados y autodestructivos.
Y es precisamente por esta etapa difícil de pasar, que los adolecentes pueden presentar problemas en el aprendizaje, en sus relaciones habilidades sociales, actitudes negativas para con el estudio, aislamiento, depresión, ansiedad, falta de planificación, organización de tareas, concentración, atención o hasta faltas de técnicas o hábitos de estudio, es por ello que un Diagnóstico Psicopedagógico Diferencial desempeña un papel en la prevención, predicción, clasificación y corrección de ciertas características del adolescente en su contexto.