Todos necesitamos de la motivación, es lo que nos impulsa a hacer, ejecutar, aprender, querer. Todos aprendemos cuando tenemos algún tipo de MOTIVACIÓN, un interés profundo en asimilar nuevos conocimientos o adquiriri nuevos hábitos.
Cuando los OBJETIVOS del aprendizaje se entrelazan con las necesidades del ser humano, es cuando estamos en la presencia de las mejores condiciones imaginables para la asimilación de nuevos conocimientos o la adquisición de nuevos hábitos.
Muchas veces encontramos en las aulas que los docentes van más lejos en este sistema artificial de motivación, creando competencia entre los alumnos, concursos, premios.
La competencia desarrolla el aprendizaje y lo favorece, sin embargo puede ser perjudicial para el equilibrio emocional de los alumnos, dando origen a la envidia o sentimientos de inferioridad en los que no obtuvieron el éxito deseado, y en los que se distinguieron, se desarrolla la autosuficiencia o incluso se originan la vanidad y el orgullo.
Sin embargo, la evaluación de los resultados del aprendizaje puede utilizarse como procedimiento de «motivación», pero de manera completamente diferente. Cuando el alumno de forma «INDIVIDUAL», adquiere conocimiento de sus progresos personales y construye, su propia curva de aprendizaje, se obtienen excelentes resultados sin los inconvenientes de la competencia provocada por un número (las notas). El estudiante se compara consigo mismo y no con los otros; es el deseo de mejorar su propia capacidad lo que interviene.
La psicología del aprendizaje nos demuestra que el conocimiento de los resultados personales es estimulante. Lo cual hace en el estudiante que rectifique, modifique o adapte su conducta de acuerdo con la realidad.
Conocerse a sí mismo es muy importante, las capacidades, cualidades, cúal es mi estilo de aprendizaje, cómo puede mejorar mis hábitos de estudio y en especial cómo me adapto al medio ambiente; le permiten poder avanzar logrando metas y objetivos, además de mejorar áreas en las cual no tiene gran habilidad.
