Un valor es lo que uno considera importante, estimable, valioso y necesario y que hace que nos sintamos bien y nos eleva el espíritu, es todo aquello que con las experiencias se va amando, cuidando y trabajando.
Para que un valor lo sea realmente, es necesario creerlo, decirlo y actuarlo de manera constante y repetida, por elección libre y entre varias alternativas. De otra forma sería una pose, algo aprendido de otros y no asimilado y vivido.
Revisar y actualizar nuestros valores es una forma sana de vivir. Nunca debemos de ser incongruentes entre lo que se cree, dice y vive, ya que esto produce tensiones, angustias y conflictos con uno mismo y con los demás.
Los valores siempre cambian en cuanto a su importancia o primacía. Debemos de enseñarles a aprender a distinguir y hacer la propia escala de valores, es decir, qué es lo más importante o tiene más valor, y qué es lo que tiene menos importancia o valor; cuál en determinado momento o circunstancia tiene la primacía, aunque se haya puesto debajo de la escala de valores. Una persona que posee un sistema de creencias flexibles, permeable, dispuesto al cambio, será capaz de aceptar comportamientos que no sean afines a sus propias creencias y valores, desarrollando así la tolerancia y el respeto por los demás.