Cuando significa hacer por el niño o el joven lo que él puede hacer por sí mismo. Es arrebatarle su confianza en sí mismo, su anhelo a hacer (yo puedo), a sentirse emocionalmente capaz. La sobreprotección acaba con la voluntad del niño y lo vuelve inútil, dependiente y flojo. Se lastima su autoconfianza y lo convierte en un ser inseguro y miedoso, ¿realmente queremos esto de nuestros hijos o nuestros estudiantes?
Te nombramos las actitudes del niño sobreprotegido:
- Le cuesta trabajo adaptarse a nuevas situaciones y depende del adulto.
- Está acostumbrado a que le hagan las cosas y le sirvan.
- Nunca se ofrece a ayudar, no es servicial.
- No hace la tarea sin ayuda.
- Los niños de su edad son más independientes que él.
- Sólo hace las cosas si se le recuerda o si se le ayuda.
- Se pone de mal humor y se queja cuando tiene que esforzarse.
- Es miedoso e inseguro.
- Se queja constantemente de lo que lo molestan los demás niños.
- Pide las cosas llorando.
- Es torpe.
- No tiene iniciativa.
- Tiene dificultad para relacionarse y se queja de que lo excluyen.
- Se acobarda con facilidad.
- Es flojo y caprichoso.
- Es egoísta e insensible ante las necesidades de los demás.
- Es demandante y exigente.